Werner Holt, un joven soldado de la Wehrmacht estacionado en la frontera oriental de Alemania en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial , está a la espera del ataque del Ejército Rojo con su amigo y comandante Gilbert Wolzow. Holt recuerda los últimos dos años de su vida: su encuentro con Wolzow, su servicio militar obligatorio, su experiencia como asistente en una batería antiaérea. Recuerda cómo comenzó a perder la fe en los objetivos de la guerra, después de presenciar el brutal aplastamiento del Levantamiento Nacional Eslovaco y de tener un encuentro sexual con la esposa de un oficial de las SS, que lo dejó disgustado. Después de eso, se dio cuenta de que las afirmaciones de su padre sobre el asesinato de millones de personas en los campos de concentración eran ciertas.
Mientras los soviéticos atacan, Wolzow ordena a sus soldados mal equipados que se aferren al último hombre. Holt huye, solo para escuchar que su amigo fue acusado de traición por un destacamento de bloqueo de las SS. Llega a tiempo para ver a Wolzow ahorcado. Enfurecido, Holt toma una ametralladora y derriba a los verdugos. Él entonces desierta.
