La penúltima frontera. Fugitivos del nazismo en España (Papel de liar / Península; Barcelona, 2011). La obra recoge los avatares de más de una veintena de fugitivos del nazismo (aunque al final también incluye a un seguidor de Hitler que huye de los Aliados) que cruzaron clandestinamente la frontera franco-española y fueron detenidos. Reconstruye sus odiseas con minucia y en algunos casos hasta ha contactado con sus familiares.
Dada la amplia y sorprendente variedad de historias que describe, hemos considerado interesante entrevistar a Rosa Sala en nuestro blog y le agradecemos que haya aceptado nuestra invitación.
¿Qué aspectos destacaría de los fugitivos que cruzaban la frontera francoespañola?
En cierto modo eran los “sin papeles” de entonces, con la importante diferencia de que para ellos escapar suponía una cuestión de vida o muerte. Durante unos cuatro años España se convirtió en la única vía de escape de la Europa controlada por Hitler para miles de fugitivos (unos 80.000, según estimaciones recientes). Sin embargo, muchos pagaban un alto precio por su paso por España. A la mayoría les esperaba la cárcel por “paso clandestino de frontera”, incluidos mujeres y niños, con el agravante de que se separaba a las familias.
Los niños eran internados en orfanatos y sus madres iban a parar a celdas abarrotadas mezcladas con presas comunes. A los hombres en edad militar les esperaba una estancia más o menos prolongada, a veces de varios años, en el campo de concentración de Miranda de Ebro. En líneas generales, esto fue así al menos hasta finales de 1942. Con el desembarco aliado en el Norte de África, la victoria del Eje dejó de considerarse segura y el trato a los fugitivos empezó a mejorar.
¿Cuáles han sido sus fuentes de documentación?
Fundamentalmente los “Expedientes de frontera” del fondo del gobierno civil que se custodia en el Arxiu Històric de Girona, aunque posteriormente completé la información con material del Archivo Militar de Guadalajara, el Arxiu Històric de Lleida y el Politisches Archiv de Berlín, entre otros. En algunos casos también me ha sido posible obtener declaraciones de familiares todavía vivos.
Muchos de los fugitivos pagaban un alto precio por su paso por España. A la mayoría les esperaba la cárcel por “paso clandestino de frontera”, incluidos mujeres y niños, con el agravante de que se separaba a las familias.
Entre los fugitivos figuraban judíos. ¿Las autoridades españolas les dieron un trato diferente al de otros colectivos?
En principio no, a no ser que se tratara de antiguos combatientes de las Brigadas Internacionales. El problema es que, al haber sido declarados “apátridas” por el régimen nazi, al principio carecían de toda protección consular, por lo que su estancia en cárceles y campos solía ser superior al de otros fugitivos que contaban con el apoyo de su embajada. Su situación mejoró sensiblemente cuando en 1942 empezó a operar oficialmente en España el Joint Distribution Committee, una organización americana de asistencia a los judíos, bajo la dirección del sefardí Samuel Sequerra.
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