sábado, 5 de mayo de 2012

Claudine Schwartz Rudel y su muñeca Colette


Claudine Schwartz Rudel tenía siete años cuando se escapó con sus padres de Paris al sur de Francia. Antes de abandonar Paris, los padres le dieron a Claudine una muñeca que se llamaba Colette. La muñeca era una fuente de orgullo y placer para la niña. Claudine cuenta que durante la guerra, en condiciones difíciles, Colette “era quien le daba fuerza”. Pero ella no podía entender porque sus padres le prestaban tanta atención a la muñeca. Ellos le advirtieron a Claudine, una y otra vez, que no la rompa, que no la deje sola, y que la cuide de no mojarse. Solamente mucho mas tarde Claudine entendió que Colette era utilizada como una caja fuerte. Todas las noches el padre abría una cabina oculta dentro de la muñeca y sacaba dinero allí y distintos objetos de valor, los cuales fueron utilizados por los miembros de la familia para dar coimas a personas para que a cambio los ayudaran a llevarlos a lugares seguros. Cuando la familia llegó finalmente a su destino, se le cortó el pelo a Claudine y del mismo se hizo una peluca para la muñeca, debido a que su pelo se había caído de tantos cuidados y abrazos. Claudine vive hoy en día en Jerusalén y trabaja en Yad Vashem

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