domingo, 29 de junio de 2014

Rosita la favorita del Tercer Reich

A silbido limpio, Rosita Serrano, “El Ruiseñor Chileno”, derritió corazones en la Alemania del Tercer Reich. Un concierto a favor de los refugiados judíos le valió la expulsión de ese país. Disfrutó de un nuevo éxito en Estados Unidos, donde incluso grabó en español las canciones de La Cenicienta. Finalmente, murió en la pobreza en Chile. Ella nació un 10 de junio, hace un siglo. por Alexis Jéldrez ¿Dónde va a encontrar el cineasta Pablo Berthelon una actriz esbelta, de 1 metro 80, hermosa, con maravillosos ojos color esmeralda? No, definitivamente no va a ser fácil encontrar a alguien que represente a la cantante Rosita Serrano (que nació un 10 de junio, hace un siglo), la gran estrella de la Alemania del Tercer Reich. Para qué le vamos a exigir que, además, cante de manera inigualable, ¡que silbe como los dioses! Que toque la guitarra como nadie, que la utilice como tambor, que golpee sólo las cuerdas en vez de rasguearlas… ¡Y que tenga su humor, su carisma, su charm!… Se hace difícil la cosa. “La impronta de la tía Rosita es única e irrepetible”, afirma la cantante Isabel Aldunate, sobrina de la célebre artista del vodevil. “Ella era una fuerza de la naturaleza, que improvisaba a cada instante: la vida, el canto, todo. Era como un pajarillo libre”. Rosita Serrano era prima hermana del papá de Isabel. Pablo Berthelon Aldunate es hijo de Isabel y sobrino nieto de Rosita Serrano, quien nació en Quilpué como María Esther Aldunate del Campo. En salas de cine-arte se exhibió su documental Rosita, la favorita del Tercer Reich, que paga en parte la enorme deuda que tiene Chile con “una estrella mundial; lo mejor que ha dado nuestro país”, en palabras de Valentín Trujillo. Berthelon se ha propuesto ahora realizar una película de ficción centrada solamente en los años en que Rosita triunfó en la Alemania nazi (entre 1937 y 1943). Allá, durante muchas semanas, Rosita Serrano vendió más discos que las divas vigentes, la sueca Zarah Leander y la húngara Marika Rökk, todas extranjeras, todas sofisticadas, todas sensuales… A los nazis les encantaba en estas divas lo mismo que les reprochaban a las alemanas: que fumaran, que se maquillaran, que manejaran… Después de perder inmensas fortunas en dos oportunidades, Rosita Serrano falleció en Santiago, en la pobreza más absoluta el 6 de abril de 1997. Muy poca gente llegó al crematorio. Entre ellas, sus amigas Isabel Velasco, Thamar Jaramillo y su sobrina Isabel Aldunate. Estas dos últimas se habían puesto de acuerdo para llevar una casetera con un par de sus canciones: Muñequita linda y My Prayer. En esos momentos, ingresó el líder nazi chileno Miguel Serrano con dos guardaespaldas gigantes tatuados y dijo: “Yo no conocí a Rosita Serrano, pero recuerdo cuando cantaba para el Reich”… Entonces, se adelantó Thamar Jaramillo y lo espetó en voz alta: “Señor Serrano, como dice muy bien, no conoció a Rosita Serrano, y lo que usted representa a ella le daba asco, así que me hace el favor de salir de aquí y dejarnos a los que sí la conocimos”. Y Miguel Serrano se fue. “No iba a ser un nazi el que se iba a quedar con las últimas palabras”, comenta hoy Thamar Jaramillo, gerente de Asuntos Públicos de la Cámara de Comercio de Santiago. “La Rosa no me lo habría perdonado nunca. Conociéndola, creo que le habría fascinado que fuera esto lo último que pasó en su entierro”. Así era Rosita Serrano. La duda acerca de su afinidad por el nazismo la ha perseguido. La propia cantante confesó en un proyecto de autobiografía que nos facilitó Carlos Puccio, nieto de Osvaldo Puccio Guzmán, agregado militar ante el Reich, y hermano del ex ministro Osvaldo Puccio: “Nunca me ha interesado la política; solamente mi música y los hombres bellos. Mi vida fue una hermosa historia; la viví con todo mi corazón. Fue maravillosa; pero no siempre, también existió mucho dolor. Mis canciones eran mi vida. Mi público era una inyección que me hacía ser graciosa”. No es cierto que le hayan hecho la cruz porque era nazi, comenta Thamar. “De hecho, ella cantó en Estados Unidos después de la guerra con mucho éxito”. La escritora Isabel Velasco (hermana de Belisario) afirma: “Ella les cantó a los soldados alemanes; no a Hitler”. Efectivamente, como menciona el investigador Juan Dzazópulos, Rosita formó parte del programa de entretenimiento para las fuerzas armadas, Kraft durch Freude (“Fuerza a través de la alegría”). “Estaba contratada para cantarles a los soldados alemanes; ése era su trabajo”, comenta Carlos Puccio, un cineasta que también piensa hacer un documental sobre los años de Rosita en Alemania. “La llevaban en un tren (a cantar) a los teatros de los territorios ocupados; a Francia, a Holanda, a los Balcanes. Si te llevaban en esa, tú no estás para levantar el puño, tú haces el saludo nazi. Siempre cantó rodeada de banderas nazis. En los lockers de los soldados, la foto de Rosita estaba al lado de la del Führer”. Cuando morían los soldados, les encontraban dos fotos, comenta Puccio: la del Führer y la de Rosita Serrano. Ella era la pin-up.





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